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jueves, 12 de enero de 2012

PUEBLOS SIN VIDA

Qué son los  pueblos sin personas que los habiten?

El lugar donde nacemos, estoy convencido,  marca nuestro carácter de forma significativa. Lo productivo de sus tierras, lo fértiles que puedan ser sus huertos, lo frío de sus inviernos;  lo abierto al exterior o por el contrario lo cerrado a lo nuevo y a lo desconocido. La herencia en definitiva que la tierra lega a quien en ella nace. Todo ello nos condiciona a la hora de hacer frente a lo que pueda sucedernos en la vida. Así como la infancia tambien nos condiciona. Un niño feliz es un adulto pleno.


Los seres humanos estamos apegados a la tierra donde nacimos. Quizá por necesidad o por afán de aventura salgamos de ella en un momento determinado de nuestra vida, pero siempre la llevamos muy dentro. Y al igual que sucede con otras especies animales, necesitamos volver a ella. Necesitamos volver a nuestros pueblos y a nuestras casas. Es por ello que precisamos que los lugares donde hemos nacido y hemos crecido, o donde hemos pasado una parte importante de nuestra vida, se conserven y mantengan en buen estado. Los necesitamos para poder situar aquellos acontecimientos vividos. Necesitamos ubicar esos acontecimientos en el entorno físico donde tuvieron lugar. Sin ese entorno físico podemos llegar a sentirnos perdidos y desorientados y el recuerdo del  acontecimiento se va desvaneciendo. Aunque a veces, según la circunstancia y la necesidad del destierro, es una cuestión de supervivencia no recurrir a la memoria. La memoria es un animal que no debemos despertar muy seguido, puede dañarnos con sus garras. Recordar buenos momentos, ésa es la clave!



 Las casas que habitamos parecen tener vida propia, responden a la  dinámica y a los estímulos de sus moradores. Por eso, si no se las atiende, si no se las ventila y adecenta, si se las abandona por mucho tiempo se agrietan y se desmoronan. Se van poco a poco afeando y al igual que sucede con las personas delicadas de salud, las casas van perdiendo su color original y van adquiriendo un color ceniciento y enfermizo. Ya sea por la falta de atención o porque extrañen a los antiguos moradores, las casas se van dejando morir poco a poco. Se agrietan las paredes y se desencajan las puertas y ventanas hasta que vencidas por ellas mismas se acaban derrumbando. Algo parecido sucede con las calles y la plaza y los accesos al pueblo. La maleza lo invade todo en poco tiempo, y  ocupa y estrangula sus accesos hasta el ahogo.


Si las personas que habitan los pueblos van desapareciendo y nadie las sustituye, ¿Cómo podrán mantenerse sus casas en pié? ¿Quién hará posible  el acceso y el libre discurrir por sus calles? ¿Cuándo la gente que nació y vivió en ese lugar podrá regresar a él para rememorar lo que el paso del tiempo parece querer borrar?


A veces ocurre, que necesitamos volver a los lugares que guardamos en la memoria para poder refrescar los recuerdos que no queremos perder. La pequeña charca en el río donde iba de pequeño a bañarme con mi madre y mis hermanos; o la plaza donde estaba el colegio donde pasé los últimos años de la niñez, son el escenario necesario donde situar la nostalgia y la melancolía. Los lugares arropan las vivencias dándolas forma y situándolas en el espacio físico donde se produjeron. Visitar esos lugares nos provoca una sonrisa, una mueca o un estremecimiento producto del recuerdo que cobra intensidad a la vista del escenario donde tuvo lugar. La fragilidad de la memoria necesita de esos estímulos para no confundirnos al intentar recordar un acontecimiento,




La sensación de desarraigo que hemos sentido quienes por alguna razón nos hemos visto obligados a tener que abandonar el lugar donde nacimos, ha sido siempre intensa. Separarnos de los lugares en los que hemos crecido y nos hemos formado produce en ocasiones casi un dolor físico. Si aquellos lugares se perdiesen, algo nuestro se perdería con ellos. Si no somos capaces  entre todos de mantener vivos nuestros pueblos, será como entregarnos al olvido y abandonarnos a un presente sin pasado, y a un futuro que nos produce cuanto menos incertidumbre.

En respuesta a la pregunta que encabeza este escrito, podría asegurar que los pueblos sin personas que vivan en ellos, son el abandono y la desolación; son la tristeza y la desesperanza, y  son  la ruina y el despojo. Es necesario habitarlos, llenarlos de sonidos, de risas, de música, de llantos de bebés recien nacidos. Además de sonidos se necesitan olores, calderos humeantes al fuego, leña encendida, braseros a pleno, el aroma al calentito pan mañanero.
Vivimos en el Planeta Tierra y somos ciudadanos del mundo. Nuestra tierra será aquella que nos deje vivir dignamente, amaremos nuestro pueblo, sea cual fuese, tan solo por el hecho de dejarnos llevar una BUENA VIDA.

2 comentarios:

  1. soy padre de 2 niñas de 14 y 12 años,soy separado ya que la madre me las dejo y se marcho con otro,tengo 33 alos y soy joven,me gustaria saber si podria irme algun pueblo con mis hijas y poder reconstruirlo y poder vivir alli.
    mi email es el franciscojaviermorenomartin@gmail.com y mi telefono es el 697563788
    gracias a todos por la labos que estais haciendo y siento no poder ayudaros todo lo que quisiera.

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  2. GRACIAS FRAN ESTAREMOS EN CONTACTO CONTIGO PARA EL PROXIMO REALOJO....GRACIAS POR TU APOYO PASATE POR FACEBOOK Y AGREGATE A NUESTRA PAGINA Y ASI ESTARAS AL DIA DE TODAS LAS NOTICIAS

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